jueves , 28 marzo 2024
Deportes

El crimen de Fernando Báez Sosa sacudió al ambiente del rugby argentino.

El rugby volvió quedar en el centro de la escena por un hecho de violencia. El chico de 18 años, falleció como consecuencia de los múltiples golpes que recibió por parte de un grupo de rugbiers del club Arsenal Zárate a la salida de un boliche, en Villa Gesell.

La noticia provocó un repudio generalizado en las redes sociales y, como sucede desde hace años, se apuntó contra el deporte como promotor de la violencia.

El hecho provocó una profunda consternación en el ambiente. La Unión Argentina de Rugby se pronunció con un comunicado donde se solidarizó con los familiares de Báez Sosa y adelantó que van a generar un programa de concientización específico para que sea implementado junto a las 25 uniones provinciales que nuclean a los clubes. “Podemos ser parte de la solución a la violencia entre los jóvenes, independientemente de que no sea una exclusiva responsabilidad nuestra”, advirtió la UAR.

Los clubes de rugby no son indiferentes. De hecho, puertas adentro admiten que les cuesta mucho controlar los excesos de alcohol. Dirigentes de clubes históricos de Buenos Aires, cuentan que organizaron numerosas charlas sobre adicciones donde asistieron padres y jugadores. Sin embargo, reconocen que les cuesta controlar los excesos puertas adentro. El caso más claro es el del alcohol en los terceros tiempos. Ni hablar cuando se producen hechos por fuera del club.

“Reconocemos la problemática y nos preocupa como ningún otro tema, pero de alguna manera nos excede. Los clubes no tienen el conocimiento ni la capacidad como para abordar este tema como especialistas”, dice un dirigente. “No es el rugby. Es la sociedad”, advierte otro.

Por estas horas, es el principal tema de conversación en los clubes. “Los rugbiers no somos asesinos”. El mensaje que circuló en un grupo de Whatsapp de socios de un club bien representa una parte del sentir de buena parte de los clubes.

La estigmatización

El rugby se autopercibe como un ámbito que forma personas con valores positivos como la camaradería, el sacrificio y el compromiso en pos del equipo. Eso, sumado a su histórica condición de deporte practicado por jóvenes de clases media y alta, lo convierte en blanco de críticas.

Lo cierto es que no es el primer hecho violento en lo que va de 2020 que involucra a jóvenes que practican rugby. En las redes ya se viralizaron videos de un rugbier uruguayo que le fractura la mandíbula a otro argentino en una fiesta electrónica en Punta del Este y de una batalla campal en un boliche de Mar del Plata. El momento de la cobarde agresión a Báez Sosa también quedó registrado.

“Nuestro juego convive con el contacto físico desde muy temprana edad, pero siempre dentro de un claro reglamento. Quienes no lo entiendan de esta manera y usan su fuerza física en detrimento de otro no representan nada del rugby ni sus valores. Son la cara más cruel de un flagelo que atañe a toda la sociedad”, cierra el comunicado de la UAR. Definitivamente, es el momento para que el rugby y su gente piensen opciones alternativas para combatir este flagelo que atenta contra su esencia.

Fuente: La Nación.

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